También conocido como “jueves negro”, el crack del 29 fue la peor caída del mercado de la historia de la Bolsa de Estados Unidos. La crisis financiera dio inicio al período conocido como “La gran depresión”.

Después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Estados Unidos estaba en una posición privilegiada frente al resto del mundo. Su imparable crecimiento industrial lo había convertido en el principal proveedor mundial de materias primas y productos industriales.

Mientras sus ciudades crecían con la llegada de los buscadores de la “tierra prometida”, el consumismo estaba en su salsa y se había convertido en el auténtico “way of life” americano.

Este clima de bonanza económica hizo que gran parte de la población mirara con interés la compra de acciones de las empresas más pujantes del momento, y siendo Wall Street el centro de la economía mundial, nada podía salir mal.

Hasta 1929, la compra de acciones creció en un 90% y la bolsa de Wall Street estaba extática. Nadie quería perderse la oportunidad de ganar dinero en la bolsa, tanto así que mucha gente empezó a pedir préstamos a los bancos para poder comprar acciones.

Sin embargo, los síntomas de una economía en peligro no tardaron en empezar a notarse: los ingresos ya no permitían sostener el ritmo de consumo, las exportaciones de Estados Unidos comenzaron a frenarse generando una acumulación de stock, los almacenes se llenaron de mercadería y lentamente comenzaron a sucederse los despidos.

Mientras tanto, la Bolsa continuaba con su marcha incesante de crecimiento, sin análisis ni relación alguna entre el valor de una acción y el estado de la empresa que la ofrecía; solamente una gran demanda por parte de los especuladores que hacía que el valor de las acciones siga subiendo.

Si bien a simple vista la situación parecía soñada, la Reserva Federal advirtió el peligro dentro de la euforia y decidió endurecer la política monetaria a partir de 1928 para frenar la compra de acciones. Así paulatinamente llegaron el encarecimiento del crédito, la caída de los precios inmobiliarios y el desplome de los bonos. Todo esto sumando a que la gran masa de inversores quería vender al mismo tiempo hicieron del desenlace, una verdadera crisis sin precedentes en la historia.

Ciudadanos norteamericanos desempleados haciendo fila por un plato de sopa gratis.

Finalmente, el jueves 24 de octubre (aquel famoso “jueves negro”) se produjo el crack del 29 de la Bolsa de Nueva York. ¿En qué consistió esto? En una caída de casi el 30% en un día y más de 16 millones de títulos cotizando simultáneamente a la baja sin encontrar comprador. Esta abrupta caída provocó con la ruina de aquellos que se habían endeudado para poder comprar dichos títulos y el pánico no tardó en apoderarse de los inversores que, desesperados, corrieron hacia los bancos para retirar el dinero de sus cuentas bancarias llevando a más de 600 entidades bancarias a la quiebra.

El crack del 29 de la bolsa que comenzó el jueves 24 de octubre siguió en picada hasta el martes siguiente e inauguró un periodo de contracción económica mundial que se extendió a lo largo de toda la década de los 30; a este período se lo conoce como “La Gran Depresión”. Así, en pocos días Estados Unidos pasó de ser la primera economía mundial a tener un consumo paralizado, sobre producción de stock y el cierre de muchas empresas. Se estima que en este período llegaron a haber 14 millones de desempleados pero la crisis no terminó ahí: la caída de Estados Unidos tuvo su efecto en otras economías del mundo y afectó fuertemente la producción mundial generando tensiones en el mercado laboral.

Entre las consecuencias más palpables de la crisis del 29 se cuenta el desempleo masivo que afectó a gran parte de ciudadanos norteamericanos y del mundo y por supuesto, el abrupto paso de la bonanza económica a la pobreza extrema. La crisis, además, trajo aparejada un aumento en la tasa mortalidad y se propagaran las villas marginales en las zonas circundantes a las grandes ciudades.

Según el exitoso inversor y padre de los FCI, John Templeton, las cuatro palabras más peligrosas en finanzas son: “Esta vez es diferente”. Sus enseñanzas refieren a que no siempre lo mejor es seguir a la manada, cuando las cosas parecen demasiado buenas, permitite dudar. Desde Central de Fondos siempre instruimos a nuestros clientes para que tengan ojo crítico y sepan detectar las verdaderas oportunidades. En esta historia, miles de personas se endeudaron para comprar títulos de empresas que desconocían y terminaron en la bancarrota. Para finalizar, vale citar a otro excelso inversor, Warren Buffet, que afirmaba que “el mercado ayuda a los que saben lo que hacen, pero no perdona a los que no lo saben”, algo que quedó evidenciado durante la Gran Depresión.

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