La inflación es un tema recurrente en Argentina pero ¿sabemos lo que verdaderamente significa? He aquí algunas definiciones.
Lo que el dinero realmente vale no está dado por el billete en sí sino por su poder de compra: qué y cuantos bienes se pueden adquirir con él. Ahora esta capacidad de compra, para la misma cantidad de plata, históricamente varía con el tiempo.
No es novedoso recordar que hace diez años, por ejemplo, con $10 se podía comer afuera, ir al cine, o tomarse un café para luego tomarse otro y encima dejarle una buena propina a aquel que lo sirvió. Hoy, sin embargo, los precios de los bienes han subido, por lo que nuestros $10 han perdido valor.
Ya no es posible afrontar el mismo gasto con la misma cantidad nominal de plata. A ese fenómeno le corresponde el nombre de inflación: la suba generalizada (no basta con unos pocos productos) y continua de los precios dentro de una economía.
Existen múltiples métodos para medir la inflación. Se toman en cuenta artículos de un consumidor medio, incluidos aquellos de consumo diario -alimentos-, bienes duraderos – ropa, electrodomésticos- y servicios -alquileres, seguros-.
Para calcular la inflación anual, entonces, se mide cuánto varió (en %) el precio de la misma canasta de productos de un año al siguiente. Varias corrientes económicas sugieren diferentes causales de inflación.
El enfoque monetarista la vincula principalmente con el aumento en la oferta de dinero. Es decir, con una mayor emisión de billetes para la circulación por parte del Banco Central. A través de gasto público, facilidad de préstamos, subsidios, el Estado ingresa dinero “a las manos de los Argentinos”.
Al haber, entonces, una base monetaria mayor (cantidad total de dinero en circulación), menos va a valer cada peso individualmente. ¿Por qué el oro es tan caro? Porque no hay mucho. Si fuera una piedra más común en la naturaleza, su valor sería proporcionalmente menor. Algo similar ocurre con las monedas de cada país, sólo que su “existencia” depende de decisiones gubernamentales y no de las reservas de la Tierra.
La inflación por costos, por otro lado, es un efecto en cadena. Al subir los gastos de producción de una industria-suba de insumos, salarios, impuestos-, el costo es trasladado al precio del producto final, lo que reduce el poder de compra de los trabajadores- consumidores. Con el tiempo, tal vez los propios trabajadores logren aumentar su sueldo para afrontar los nuevos gastos de vida, lo que nuevamente aumentará los costos, y el precio subirá otra vez, y el ciclo así continúa.
Por último, la inflación por expectativas se basa en especulaciones de la gente, por un descreimiento de las políticas antiinflacionarias del país y productores que suben los precios anticipándose a la inflación real. Si la conducta es generalizada, lo acertado o no de las predicciones ya dejará de importar, pues la inflación ya se habrá tornado real por obra de ellos mismos.